Desgarros de ACL, Desgarros de PCL, y Desgarros de Meniscos
Un desgarro de ACL es el desgarro del ligamento cruzado anterior, que conecta el hueso de la pierna superior (fémur) y el hueso de la pierna inferior (espinilla o canilla). Un desgarro de PCL es un desgarro del ligamento cruzado posterior, que es un ligamento en la parte posterior de la rodilla que conecta el fémur y la espinilla. Un desgarro de menisco es un desgarro de un ligamento ubicado en la parte frontal de la rodilla, que sirve para «amortiguar» la articulación.
Los desgarros de ACL, PCL y menisco pueden ocurrir a través de movimientos repentinos como torceduras, pero se pueden tratar con muchas opciones conservadoras, como medicamentos y terapia física.
Causas
Los desgarros en la rodilla son causados por lesiones repentinas o traumatismos por fuerza brusca. Cuando los ligamentos soportan demasiado estrés, pueden debilitarse, pellizcarse y desgarrarse. Las actividades que pueden inducir desgarros de ACL, PCL y meniscos incluyen correr, practicar deportes de contacto como el fútbol americano y arrodillarse. Las personas más susceptibles a los desgarros a menudo realizan ejercicio vigoroso sin estiramiento o pre-acondicionamiento adecuado.
Síntomas
Los síntomas de desgarros de ACL, PCL y de meniscos incluyen dolor, rigidez, hinchazón, dejadez, enrojecimiento y sonidos de «chasquido». Desde el inicio de la lesión, los síntomas generalmente no se presentan hasta más tarde. Si la lesión es el resultado de la edad, o si el paciente ha experimentado un desgarro y no se trata, los desgarros de las rodillas pueden debilitar aún más los músculos, las articulaciones, los tendones y los tejidos circundantes. Esto puede conducir a la osteoartritis.
Tratamientos
Antes de que un médico pueda tratar un desgarro de rodilla, se debe determinar un diagnóstico mediante IRM (o MRI por sus siglas en inglés) y un examen físico. Una vez que se haya hecho el diagnóstico, su médico recomendará reposo, hielo, compresión, elevación, NSAIDs (antiinflamatorios no esteroideos) y terapia física.
Después de que todas las opciones conservadoras se hayan extinguido, se pueden considerar inyecciones antiinflamatorias. Además, su médico puede recomendar una artroscopia de rodilla para evaluar mejor el desgarro y volver a conectar los tejidos rotos.
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